enero 25, 2008

Un gran espectáculo que fue gratis

El 24 de diciembre que acaba de pasar me desperté muy temprano y me salí de la habitación. Caminé a la playa y me senté en la arena fria. Todavía estaba obscuro, pero sabía que no iba a durar mucho.
Cuando parecía que empezaba a querer amanecer me di cuenta que estaba sentada justo a la mitad de algo que no había visto nunca: justo atrás de mi se dejaba de ver la luna llena (porque en realidad no se mete a ningún lado, nosotros giramos y por eso ya no la vemos) y exáctamente enfrente de mi se empezaban a ver los primeros rayos del Sol.
Entre ellos el mar, la arena de la playa vacía y yo sentada ahí. Contemplando en silencio.

Me habría gustado encontrar en ese momento la forma de captar la imagen en una sola toma, pero estaba complicadísimo. De todos modos, les dejo acá los momentos casi exactos.
Utilicen la imaginación que tengan.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace ya muchos años prometiste que en cada atardecer tu espíritu estaría junto al mío. Hasta el día de hoy no me has fallado, solo que ahora me voy dando cuenta ... no dijiste nada sobre los amaneceres.